Movilidad eléctrica, el camino hacia la reducción de CO2
Para lograr reducir las emisiones de CO2, los mercados de movilidad eléctrica han recurrido a las Fuentes de Energía Renovables No Convencionales (FERNC), en particular a la solar fotovoltaica y a la generación eólica.
Estas fuentes son variables y no gestionables, lo cual exige la utilización de generación flexible. Sin embargo, también podemos recurrir a una demanda flexible y gestionable. Es decir, a una demanda que siga a la generación variable.
La paulatina sustitución de los vehículos impulsados por hidrocarburos fósiles presenta dos ventajas importantes: la disminución de las emisiones de CO2 y permitir una mayor gestión de la demanda.
En efecto, tal como lo demuestra el régimen colombiano de pico y placa la mayor utilización vehicular se da entre las 6.30 y 8.30 am, y de 4 a 7.30 pm. Este régimen horario coincide con la menor producción del conjunto de energías variables, como lo son la generación eólica y la solar fotovoltaica.
Al hablar de automóviles eléctricos, se suele pensar en vehículos que funcionan con batería. Estos repondrán la carga de sus baterías en las horas nocturnas y, eventualmente, al mediodía. Es decir, se desplazarán en las horas de menor producción de generación variable, y se cargarán en las horas de máxima producción. Los automóviles a batería son los más adecuados para el transporte ciudadano.
Incluso se podría avizorar que un vehículo ciudadano, al final del día, aún posee un remanente de carga, la cual podría volcarse a la red al final de la jornada y así disminuir la demanda en las horas pico, que suele coincidir con las primeras horas de la noche.
También existe otro tipo de vehículo eléctrico que en lugar de baterías, toma la energía eléctrica de una celda de combustible, usualmente alimentada con hidrógeno. Estos vehículos se adaptan mejor a los trayectos que requieren gran autonomía (más de 500 km), se recargan en pocos minutos, y son mejor para el transporte de grandes cargas debido al bajo peso relativo de la celda de combustible y los tanques de hidrógeno, respecto a las baterías.
Lo interesante es que el hidrógeno que puede propulsar a estos vehículos se puede producir con unidades de gasto eléctrico variable, que se alimentan con FERNC también variable, por lo que es otra forma en que la demanda puede seguir a la generación variable.
Los vehículos eléctricos, ya sean a batería o de celdas de combustible, son más eficientes que los vehículos convencionales, sobre todo en la movilidad ciudadana y en carreteras con gran pendiente como las que existen en Colombia, debido a que los vehículos eléctricos consumen energía sólo cuando está en movimiento y además puede recuperar energía con relativa facilidad en la fase de frenado.
Desde hace más de 100 años nuestra sociedad convive con una economía de dos mercados: el de hidrocarburos y el eléctrico. Estamos en la antesala de un cambio profundo que será la unificación de estos dos mercados en uno solo, que derivarán en muy bajas o nulas emisiones de carbón. Las FERNC traerán abundancia de energía eléctrica libre de emisiones, en proporciones mucho mayores que la necesidad del mercado eléctrico actual. Sus excedentes podrán ser utilizados para cargar baterías o producir hidrógeno verde para ser utilizados en movilidad eléctrica, u otros servicios industriales.
Por lo anteriormente mencionado, la combinación de un mercado eléctrico alimentado con FERNC, y la utilización de movilidad eléctrica (ya sea por batería o hidrógeno), representa una alianza perfecta para disminuir las emisiones de gases del efecto invernadero.
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